Boca sufrió pero le ganó a Tigre 2 a 1 gracias al gol agónico de Leonardo Jara. A lo Boca y que se venga River.
El inicio del encuentro fue lo que marcó la tendencia de la mayoría del partido. De un lado, el equipo de Guillermo que proponía y tenía la posesión. ¿Del otro? Un Matador que buscaba ser oportunista. Por el lado de Pablo Pérez se vieron los movimientos más interesantes, ya que el conjunto azul y oro controlaba la pelota pero no la trataba nada bien. Sin hacer mucho daño al arco del rival, la más peligrosa la tuvo cerca del arranque: El capitán recibe en el área y marcado, pero con un movimiento exquisito dejó solo a Carlos Tevez, que intentado frenar el envión, no pudo acomodarse para rematar y remató débilmente a las manos de arquero.
Promediando la mitad llegó otra situación -y la última de esta poca atractiva primera parte-. Banda derecha comandada por Cristian Pavón en sociedad con Nahitan Nández. Termina controlando Leonardo Jara que remató al larguero izquierdo del arco que da a Casa Amarilla. Con mucha bronca por el transcurso del juego, el Xeneize se fue al vestuario sin marcar la diferencia ante su rival.
El complemento necesitaba respuesta, algo que no parecía llegar a la brevedad. Tigre esperaba con firmeza atrás y a Boca de momento, no se le venía a la mente como lastimar. Para colmo, el nerviosismo parecía invadir la mentalidad del equipo. Aunque se hizo esperar, la primera alegría llegó desde la vía menos esperada: Pavón recibe, se dispone a entrar al área e inocentemente recibe la infracción de Matías Pérez García. Penal y amonestación para el jugador del Matador de Victoria. Cardona fue el encargado de convertirlo para hacer respirar a un equipo que, a priori, no debía relajarse.
No se tranquilizó, pero faltó organización para no sufrir. El bloque colectivo se desarmaba cuando el rival no tenía nada que perder y llegó lo más temido: Sobre el cierre, la visita se encontró con un empate que generó bronca, impotencia y contagió los nervios que no debían invadir la mente del equipo. Era ahora o nunca, mostrar rebeldía. Con lo que se podía, pero había que dañar el arco rival. Cuando menos parecía que se podía, llegó ese grito que desgarra la garganta y le hace bien al alma. Centro corto tras una jugada iniciada por Barrios y el que recibe es Jara. El que siempre está para apoyar por los costados encontró el gol de la victoria ante la atónita mirada de Chiarini.
Triunfo. Gran triunfo. De esos que te hacen viajar a Mendoza tranquilo y con el pecho inflado de orgullo. A lo Boca, justamente en la previa de una nueva final contra el clásico rival, River Plate.