Con un doblete de Benedetto, Boca superó a Palmeiras en un partido cerrado por 2 a 0. Paso importante del equipo.
En La Bombonera, Boca superó a Palmeiras por 2 a 0 en la ida de las semifinales de la Copa Libertadores 2018. Partido caliente jugado en una caldera pero totalmente impreciso. Ninguno supo protagonizar, cediéndose el manejo como si ambos quisieran dañar en algún contragolpe. Los dirigidos por Felipa Scolari no querían conducir, y el equipo del Mellizo no encontraba conductor. Las más claras del Xeneize en un soporífero primer tiempo fueron un teztazo de Carlos Izquierdoz desviado y un buen remate de Lucas Olaza que Weverton encontró y controló sin problemas pese a la dificultad. Quizás habrá que destacar algún que otro cruce producido por la fricción, pero las emociones bajaron desde la hinchada y no abundaban en el campo de juego.
Esta clase de partidos se rompen en el segundo tiempo, de un lado o de otro, pero se rompen. Y se esperaba, en el Alberto J. Armando, que sea del lado de Boca. El complemento arrancó igual, por ahí con un poco más de propuestas de los dos, pero hasta los 60 minutos la mayor atracción había sido el cruce verbal entre Felipe Melo y Pablo Pérez. Minutos más tarde, Dudu puso más de un corazón en jaque con un excelente remate al arco, que Agustín Rossi desvió con lo justo pese a que Roberto Tobar dio saque de arco, el arquero fue rápido y salió jugando pese a las protestas para dejar pasar un corner de un equipo que de arriba va bien. Nuevamente, se repitió la secuencia pero más fascinante para el espectador. Tiro libre que se encarga Olaza de rematar con su zurda, pegada espectacular pero con una mejor reacción de Weverton todavía más increíble. En ese caso se dan dos probabilidades, el equipo del rematador se electriza y busca sabiendo que lo va a encontrar, o el arquero se agranda. Clave fue el ingreso de Darío Benedetto para que lo de hoy sea más épico. Pelota al corner, que sale derecho a la olla, era de Cali Izquierdoz, pero el Pipa se metió interrumpiendo para decir 'acá estoy yo'. No pudo el portero brasilero, si pudo la cabeza del 9 que usa la 18 en la Libertadores para abrir el marcador, desgarrarse la garganta, tomarse su nariz y señalar al cielo recordando a Alicia, a poco de pasar un día de la madre con un regalo atrasado pero que seguramente desde el cielo recibió con mucho amor, como el que su hijo siente por Boca. El delantero sabía que venía con demora, pero es porque preparaba algo mejor para su difunta creadora, tan hincha del Xeneize como él: Recibe, deja pasar de largo y saca un remate bajo que se cuela en el palo derecho del arquero con una definición abismal. Feliz día Alicia, que como toda fanatica del azul y oro habrá gritado los goles de Darío.
Boca, desde los pies del narigon, metió media nariz en la final. En el medio esta Gimnasia y Esgrima de La Plata en el Bosque, y el Xeneize pondrá la cara ¿Pero como aguantará hasta el miércoles para saber el desenlace de esta historia que tan bien arrancó?