En un partido no apto para cardíacos, Boca no jugó bien, sufrió pero lo empató de manera agónica ante Cruzeiro y avanzó a Semifinales de la Copa Libertadores 2018.
En el Miñeirao, Boca empató ante Cruzeiro 1 a 1 en la vuelta de los cuartos de final de la Copa Libertadores 2018 y se clasificó a semifinales. En un clima más que caliente, con un fervor que rozaba la violencia que bajaba desde las tribunas de la torcida del local. Imprecisos, así jugaban, uno con la necesidad de encontrar un gol que descuente el global, el otro con menos responsabilidad pero sin poder relajarse. Un remate de Pablo Pérez, tuvo la primer clara del encuentro. Después, podríamos decir que el necesitado fue el que más había ofreció, salvó Julio Buffarini con un cruce de espaldas y a contrapierna, minutos más tarde fue el turno de Agustín Rossi y una respuesta fenomenal ante el bombazo de Lucas Silva. Pocas emociones, mucha tensión y un nerviosismo que comía a ajenos y propios. En el final, Pérez cometió esas faltas que complican, y así fue. Centro que Rossi cortó con lo justo, pero Dedé, como si lo de la ida en La Bombonera no hubiera sido suficiente, salió con un planchazo anulando la jugada que terminaba en gol de Hernán Barcos. Con la sensación de que había que cuidar porque en cualquier momento podía caer peligro al área, se iba el equipo dirigido por Guillermo Barros Schelotto.
https://twitter.com/FOXSportsArg/status/1048041451442130946
Lejos de mostrar rebeldía y ante el empuje del rival, Boca se encerró sólo en su campo y para peor, en su área. Mano Menezes mandó al campo de juego a Sassá y como si la suerte fuera poca, tras un corner convirtió ante una serie de rebotes fortuitos para poner el 1 a 0 que complicaba el panorama. Se produjo el ingreso de Fernando Gago por la lesión de Pérez, el control parecía llegar pero no la calma. Con más revoluciones que ideas, perdiendo todos los avances por la querer aguantarlos, sumado a que no tenía referencia de área y el hecho de querer mantener el bloque defensivo, el Xeneize empezó a jugar como podía. El ingreso de Ramón Ábila por un flojo y desprolijo Mauro Zárate fue para aprovechar. Minutos, cuando se picaba por el correr del relój, Dedé vio la segunda amarilla y por ende la expulsión en manos de Andrés Cunha, tras una golpe sobre Cristián Pavón, generada por una avivada de Pintita (La primera fue, como replicando la ida, por una falta sobre Rossi). Fue el momento de dormirlo y aprovecharse de las emociones del rival, la inteligencia del ex Real Madrid se hizo presente para acomodar, ya que hasta puso un excelente tiro libre que Ábila estrello en el palo tras un cabezazo. Quedaba tiempo para sufrir, porque así estaba escrito: Centro desde el medio, mala salida del arquero Xeneize, tuvo el gol Raniel pero con una respuesta digna de redención llegó la salvada con los pies del mismo Rossi. Corazones detenidos por segundos volvieron a latir, las almas cayeron en los cuerpos de los que previamente se habían escapado. Un verdadero parto futbolístico, ya que luego llegó la oportunidad de liquidarlo: Dos veces en superioridad númerica, no había salido ni la de Ábila, ni la primera de Pavón pero a Boca no le des más espacios, porque en algún momento te va a lastimar. El 7 bravo, que había tenido un partido que rozaba lo malo, encontró un remate en el área para poner el 1 a 1 que sepultó a los brasileros. Delirio en el banco, delirio en Argentina y las esperanzas que vuelven a crecer.
Boca es Boca, y en la Copa Libertadores no le regales nada, porque la historia a veces juega y la suerte también. No apto para cardíacos pero con la medicina justa: Un gol al final que te cura de todo mal.