Boca y River se enfrentarán nuevamente en un mano a mano por Libertadores, una revancha para todos y en especial para Carlitos.
El duelo del martes será especial, traerá tela para cortar: Para algunos no es revancha, para otros llega en el momento justo, y en la vereda de enfrente se creen invulnerables a cualquier resultado adverso tras lo ocurrido en Madrid.
Entre tantos protagonistas, hay uno en especial que, a simple vista, demuestra un particular interés en su mirada ante este electrizante choque: Carlos Tevez. Carlitos no la ha pasado bien ante River en el último tiempo.
Volvió tras la eliminación mediante el escritorio de la CONMEBOL en el recordado incidente del gas pimienta, obtuvo triunfos importantes en el Monumental -que encaminaron a Boca a títulos por el torneo local- pero en los choques mano a mano, sufrió dos duros golpes: La caída por la Supercopa Argentina 2018 en Mendoza, y la última final de la Copa Libertadores, donde se mostró muy enojado tras los incidentes en el Monumental, pero también por no estar desde el arranque en La Bombonera durante la ida; y en el Santiago Bernabéu, terminó ingresando en la prórroga.
El 'Apache' está grande, especulando que hacer una vez que finalice el 2019: Seguir en Boca, ponerle fin a su carrera o buscar dar sus últimas batallas en otro club. Lo único cierto es que hoy Tevez es un león herido: El 'Rey de la Selva' transita la senda final de un recorrido lleno de glorias, tropezones, lágrimas y risas.
Su segundo ciclo con la azul y oro tiene momentos felices, como los títulos o las soberbias actuaciones en el Monumental, su liderazgo y el magnífico e irrepetible recibimiento en el Alberto J. Armando, un día de semana y con un estadio repleto que le daba una cálida bienvenida. También momentos tristes, como las caídas ante el rival de toda la vida, su inoportuna salida a China cuando mostraba un nivel descomunal, o cruces mediáticos con ídolos del club, como Juan Román Riquelme y Guillermo Barros Schelotto, todos a la distancia.
Lo cierto es que el 'jefe de la manada' aceptó, tras estos golpes, el rol secundario que hoy le toca: No es titular, pero es clave en la unión del grupo, es un líder nato y, si bien sus caras largas cuando sabe que no formará parte del equipo son tomadas desde un lado equívoco de parte del periodismo, el delantero sabe que es ahora o nunca.
La final de Chile parece ínfima ante tal duelo, posiblemente el último de este jugador ante el rival de toda la vida en un cruce mano a mano, y él lo sabe. Carlitos está lastimado, tiene heridas que no cierran, cicatrices que son invisibles a la vista pero perceptibles en el aura que emana, la cual tiene sólo sed de revancha, esa que no llegó a esperar ni un año y la cual no le dará la chance de estar desde el comienzo, pero sabe que cuando le toque, será el único momento de redimirse ante su gente, que buscará aclamar a ese guerrero de mil batallas levantar sus brazos en señal de una nueva victoria, ese triunfo que tanto lo acompañó en los distintos rincones del mundo que recorrió desde que dejó el club, y se le niega desde que volvió.