Fútbol

Entre la constante ilusión y la imposibilidad de ser felices

Boca atraviesa un ciclo que, aún con distintos técnicos y jugadores, parece no tener fin.

Hay dos cosas que en los últimos años se repiten continuamente como un círculo vicioso que parece no tener fin. El hincha, frente a los resultados adversos, se niega a perder su fe basada en el Viejo Boca Vencedor –y esa mística- que marcó a fuego su retina en los tiempos recientes donde ganaba todo lo que jugaba. A su vez, el equipo da la sensación que, pese al cambio continuo de nombres, nunca termina de tocar fondo.

Inesperadamente, o no, Boca y River se volvieron a cruzar tan solo 10 meses después del fatídico encuentro en Madrid. Los análisis luego de caer en la final ante el clásico rival dictaban un solo aspecto positivo: parecía que peor que en ese entonces, no se podía estar. Hoy, es discutible.

“Era difícil estar acá parado el 3 de enero” comentó Gustavo Alfaro en algunas conferencias de prensa, graficando el clima que se vivía en el vestuario y el fierro caliente que le tocó agarrar. Haciendo memoria para atrás, era tal la desazón que nadie quería volver a ilusionarse. Pero el técnico logró encausar el barco, y Boca llegó a instancias decisivas de la Copa Libertadores nuevamente. Ante el clásico rival.

¿Cómo no ilusionarse? Boca salió a flote más rápido de lo esperado luego de lo que pudo haber sido una larga depresión. Con una renovación de nombres, una figura de larga experiencia como Alfaro, y la llegada de Nicolás Burdisso como mánager, el Xeneize soñaba con arrancar una nueva etapa.

En seis meses jugó dos finales, Supercopa Argentina, la cual consiguió en los penales ante Rosario Central, y la Copa de la Superliga donde cayó ante Tigre. Además, la tercera posición en la Superliga y el buen andar en la Copa Libertadores marcaban una esperanza de que finalmente se podría salir del pozo en el que el Xeneize está inmerso hace cinco años.

Pero la piedra, nuevamente, fue el equipo de Marcelo Gallardo. Con un 2 a 0 lapidante en la ida, la actitud y el intento por dar vuelta el resultado no alcanzó en el encuentro que acabó 1 a 0 a favor de Boca en La Bombonera. Eso sí, esta vez el equipo se fue aplaudido.

Con cinco eliminaciones en cinco años, el club deshecho dos veces a todo su plantel para comenzar de cero. Cuando se dio la salida de Rodolfo Arruabarrena, y más cerca en el tiempo, la de Guillermo Barros Schelotto. Tan solo 10 meses después de la última ‘renovación’, se vislumbra una más que se aproxima.

Sin embargo, ya no hay argumentos para pensar que aquello pueda dar sus frutos. ¿Realmente hay que tirar a todo el equipo por la borda y apostar a un nuevo comienzo? Ya se intentó dos veces y el resultado estuvo lejos de ser el esperado. El inconveniente parece ser más profundo.

El hincha, como se dijo previamente, lejos está de aceptar que esta es su realidad. Sea cual sea la magnitud del golpe, volverá a soñar con triunfos y hazañas aunque el presente lo contradiga.

Por el momento, apela a pensar que en algún momento la balanza se tiene que dar vuelta por cosas de la vida, tal y como sucedió en el último tiempo a favor de River. Pero más allá de esas cosas ‘divinas’, hay una realidad que data de un problema concreto que debe ser identificado y solucionado.

Mientras se recupera de un nuevo nocaut, el hincha de Boca ya vislumbra en su horizonte un partido que vuelve a llenarlo de ilusión y esperanza para intentar dar vuelta la historia pese a la aparente imposibilidad de ser felices: las elecciones de diciembre.

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